domingo, 22 de noviembre de 2009

Detras del Gol

Era el 25 de junio de 1978, en la Argentina no era un día más, La selección jugaba la final del mundial contra Holanda. El monumental estaba repleto, no entraba ni un alfiler, allí estaba todo el pueblo argentino. Los que no habían podido conseguir una entrada estaban prendidos al televisor o la radio, expectantes porque la selección gane aquel partido. Para así después de muchos años sentir que estábamos fuera del pozo, mirando a todos desde arriba.
Habíamos llegado a esa final después de un increíble 6-0 a Perú en Rosario. Recuerdo que días previos al partido final un periodista español, me pregunto si sabía algo de la desaparición de personas a causa del gobierno defacto. Yo le conteste que no sabía nada, y de que mi país se encontraba en una especie de enfrentamiento contra los resabios de las guerrillas. Pero fue después de ese triunfo en Rosario, por el único marcador que nos posibilitaba pasar a la final. Que en mi cabeza se brotaron dudas, lo encare a Cesar para decirle si era verdad que gente de la junta había ido al vestuario peruano en el entretiempo. Pero el me evito diciendo pibe voz dedícate a hacer lo que sabes, que es jugar al futbol.
Festeje el paso a la final como todo el país, pero después en el hotel no podía dormir. Tenía la sensación de que en aquel partido había cosa rara, la diferencia la hicimos en el segundo tiempo después de que los generales fueron al vestuario visitante. Pero Cesar, en la conferencia de prensa había explicado con lujo de detalles donde estuvieron las virtudes de nuestro equipo y los errores del rival. Además los peruanos pelearon las pelotas, no parecía que hubieran ido para atrás. Sin embargo la cosa no terminaba de cerrarme.
Estábamos a minutos de salir al campo de juego, y no lograba apartar la idea de que todo esto era un espejismo, que tenia ciego a todo un país mientras cosas horribles pasaban ante sus ojos, sin que nadie lo viera. La entrada a la cancha era impresionante un espectáculo de papeles y de humo celeste y blanco por todos lados. El griterío era ensordecedor y nos trasladaba a una burbuja en donde ya no hay nada más que un vacio. Miro la cara de Cesar, este está inmutable, el cigarrillo en la boca, los ojos llenos de confianza y su frente como acumulando una tensión producto de un gran peso que no podía quitarse de encima.
Comenzó el partido, todo era normal, Holanda presionaba intentando salir rápido, intentando cortar nuestro circuito de juego. El encuentro era vibrante, con una electricidad constante, era golpe por golpe. Pero en una Mario se suelta de su marcador con esa gracia que lo caracterizaba y saca un remate que va a parar al fondo de la red. Por una decima de segundo el estadio sufre el silencio que hay entre el hecho y el grito eufórico de la grada. En ese instante de silencio total en toda la nación escucho un grito, pero no es de alegría sino de dolor. Después todo es invadido por un enfático GOOOOOOOOL. Mario levantaba los brazos y festejaba con mis demás compañeros, yo paralizado en la mitad de la cancha no podía salir de mi asombro. En eso pasa el conejo y me dice: “Que te pasa boludo, despertarte, vamos ganado”
El primer tiempo había terminado, todo era algarabía, ganábamos 1 a 0 y éramos campeones del mundo. En el túnel lo pare a Cesar y le pregunte si aparte de gol había escuchado otra cosa. El me miro extrañado y me dijo: “Si no te sentís bien te saco” le conteste: “No profe, quédese tranquilo que solo fue una sensación producto de la emoción”
Salimos a jugar el segundo tiempo, el partido seguía siendo muy parejo y “La naranja mecánica” estaba empezando a hacer que nos metiéramos cada vez más en nuestro arco. Es ahí donde levanto la vista y mi mirada coincide con la de Jorge Rafael Videla, todavía no sé porque pero esos ojos uniformados, me paralizaron y perdí la pelota. De ese error mío desemboco en el gol de Nanninga. Holanda había empatado, el monumental estaba en silencio se paso de la alegría a la angustia en menos de un minuto. Yo sobre mi espalda sentía miles de miradas que me miraban de forma inquisitiva. Pero lo único que me preocupaba era que si llegábamos a perder, sentía que era hombre muerto. Antes de que terminara el partido, Cesar, decidió sacarme para poner a Leopoldo. Estábamos jugándonos todas las cartas, un defensor por un delantero. Cesar también se estaba jugando el pellejo, o por lo menos eso entendí.
Cesar, no me saludo al sacarme, solo me miro y encendió un cigarrillo. Mire a la platea San Martin y ahí estaba toda la junta militar, nunca se percataron de mi. Pero un gendarme que estaba junto al banco me dijo: “Que cagada te mandaste pibe” después de eso solo podía pensar en que me iban a secuestrar torturar o quizás tirarme al rio con cemento en las patas desde un avión. La angustia me comía, en la cancha podía distraerme pero en el banco solo sentía que si los chicos no hacían un gol, más vale que me fuera con los holandeses.
Así llego la prorroga y el segundo gol de Mario, ese si lo festeje, es mas di un salto terrible y entre a la cancha a abrazar al matador, que paradójicamente era mi salvador más que mi asesino. Después vino el gol de Daniel y el festejo final por la obtención del título. Mientras el monumental de Núñez lloraba y gritaba de alegría. Otros llantos y gritos se entre mezclaban en un sonido que era difuso a la mente, madres, abuelas, exiliados verían como muchos de sus conciudadanos les darían la espalda por algo tan insignificante como un torneo de futbol. En esa época estaba en juego la vida de todos, no entendí eso hasta que Nanninga hizo ese gol.

martes, 6 de octubre de 2009

Los Rieles

Era una mañana fría de invierno. La gente caminaba por el andén emanando vapores por sus bocas. Por los altavoces indican el horario de salida del tren, las personas corrían y se agolpaban para subir al vagón.
La locomotora tocaba su bocina y la formación de vagones empezaba a recorrer los rieles con lentitud. En el interior del tren los pasajeros miraban sus relojes impacientes, con miedo de llegar tarde a sus respectivos trabajos.
La intempestuosa maquina empezaba a tomar velocidad. Tres estaciones por delante de ella, un hombre estaba parado junto a los rieles. Su ceño era fruncido, sus manos resquebrajadas, su rosto cubierto cubierto de pelo le daba un aspecto casi bestial. Sin embargo sus ojos reflejaban mucho dolor.
Los rieles empezaban a vibrar, ahí venia la maquina echando humo y un fuerte olor a hollín. Tocaba su bocina pero no desaceleraba; el hombre sintió un frio que le corría por la espalda. Estaba preparado para morir, pero no podía evitar sentir terror frente a esa mole de hierro.
El miedo era cada vez más fuerte pero la decisión estaba tomada, el mundo había sido pensado sin él, en el progreso no figuraba su nombre.
Antes de que la locomotora lo golpeara, sus ojos se humedecieron y dejo caer una lágrima. Esa gota representaba el dolor de muchos excluidos que nunca habían visto la luz del progreso y la modernidad. Ellos solo conocían el hambre, el frio y la miseria de un mundo moderno y majestuosos que no les pertenecía.
Ese día los diarios publicaron que un indigente se había arrojado sobre las vías del tren para suicidarse. Pero quizás esta solo sea una visión parcial de los hechos.

lunes, 10 de agosto de 2009

Juventud Asesinada

Era una fría mañana de julio, la bruma cubría todo el frente de batalla, no se veía nada. El silencio era tan fuerte que se podía ver la tensión de mis compañeros del pelotón. Rodríguez estaba expectante de algún movimiento o ruido en el frente enemigo. Sánchez y Bustamante estaban nerviosos ya que veían como el cabo Camargo empezaba a quedar inconsciente por el frio que le cubría los huesos. Sin duda a Camargo lo estaba llamando la muerte.
Cuando nos encomendaron para ir al frente de batalla, en aquellas lejanas islas, sabíamos que la muerte era una posibilidad. Pero pensábamos que sería por alguna bala enemiga y no por hambre y frio. Luego de ver como claudicaba Camargo ante la desidia de su propio destino. Mire mis botas, rotas y sucias, y no pude evitar pensar que hacía días que no sentía mis pies.
Las personas describen al infierno como algo no humano que está debajo de la tierra y donde hay mucho fuego. Sin embargo puedo decir que eso es mentira, el infierno es frio, humano y está en la superficie con el disfraz de la guerra.
Las batallas pueden durar apenas unos minutos, pero estos serán eternos. El estruendo de los rifles de asalto retumbará por horas en el silencio de la soledad y la muerte. Caerán compañeros pero no hay tiempo para rezar o preocuparse, solo hay que intentar sobrevivir mientras se cumple con su deber.
Del otro lado del frente de batalla la historia seguramente es parecida. Ya que por más de que los ingleses tengan mejor equipamiento, eso no te asegura que no te tocara bailar el vals de la agonía y la desesperación que antecede a una batalla en las barracas.
De pronto en ese silencio de la mañana se escucharon unos motores, eran aviones. Nos tiramos cuerpo a tierra intentando cubrimos, los muy desgraciados pensaban bombardear a ciegas. Bustamante en un rapto de locura se puso de pie y empezó a gritar mientras habría fuego en todas direcciones. Ese arrebato solo duro un instante, ya que cayó muerto por un disparó enemigo que atino en el blanco.
Seguidamente se empezaron a escuchar detonaciones de bombas que caían desde el cielo, hasta que solo pude sentir un crudo frio que corría por mi sangre. Había llegado el final y no tenía nada para decir, solo llorar por aquella juventud robada.

Identidad Fraccionada

En una época de subjetividades donde todo parece referirse a nada o ser tan efímero como el tiempo televisivo. Es difícil pedirle a las generaciones que se comprometan con las causas o los ideales que alguna vez se diagramaron para mejorar y liberar al mundo de la mano opresiva del sistema económico.
Los jóvenes de hoy crecen en su mayoría en una apatía política y se sobre valoran hechos triviales como la fama mediática de unos pocos mecenas que se venden al sin sentido de los medios. Su propuesta de vida es no saber hacer nada en particular, ni interiorizarse de lo que pasa a su alrededor sino solamente salir en televisión a cualquier costo.
Hoy es una época de comunicaciones instantáneas sea a través del MSN, facebook o de un mensaje de texto. Pero lo fundamental de eso es la reducción del lenguaje y de la comunicación directa cara a cara. Si tenemos en cuenta que el pensar esta unido a la generación de construcciones lingüísticas y semánticas podríamos decir que esa reducción de la lengua puede interpretarse como una reducción de las ideas.
Pero esto no es producido por las personas por su simple deseo sino que esta digitado desde un poder que ha encontrado en la tecnología un aliado fundamental para banalizar la vida y de tal forma expandir la pereza intelectual, en cuanto a causas que pudieran romper el orden establecido por los macro grupos económicos.
Otra cosa que hace difícil pensar a tales grupos es que estos no poseen un origen sino que son transnacionales. Lo cual los ayuda a insertarse con mayor facilidad en el seno de una sociedad. Además su transnacionalización los ayuda a que sean pensados como los verdaderos enemigos, ya que no pertenecen a ningún lugar y nadie sabe bien quiénes son sus propietarios, más allá de algún gerente regional.
Envueltos en dicho panorama es difícil pedirle a los jóvenes que no se dejen engañar por ese sueño de una vida llena de lujos como la que muestran los medios. Como siempre se tiende a tapar lo que molesta, y mediante la segmentación de información se venden y se generan estereotipos de personas que compra el grueso de la sociedad.

Sobre los margenes

El barrio de la boca es un barrio de muchos contrastes, en sus calles se mezcla la opulencia de los turistas de caminito, y por otra parte la verdadera tradición arrabalera del riachuelo porteño y del tango. El dinero de los hostel y la pobreza de los conventillos. La pasión por el Boca Junior y el precio de una entrada para poder verlo.
Yo, me llamo Juan Manuel Salguero, soy bandoneonista oriundo de la Boca. He nacido y vivido en este barrio por más treinta años. He pasado muchas penurias producto de una vida llena de excesos, la ginebra, la cocaína y las prostitutas han sido una constante en mi vida. Pero no recuerdo dolor alguno como el de aquella mañana del 22 de septiembre.
Venía borracho y drogado caminando por una zona cercana al puente de la boca, cuando por producto de mi estado me tropecé con mi propia sombra y me desplome en el suelo. Al levantar la vista me tope de golpe con un baldío, que brillaba de mugre con la luz del alba, mis ojos se llenaron de lagrimas. En un lugar así había empezado mi vida, estaba frente a mi primera cuna, sucia abandonada y descuidada.
En treinta años yo no había dejado de ser aquel bebe abandonado entre la maleza, me seguía rodeando de lo más rancio de la sociedad, quizás yo debería haber muerto en aquel terreno. Pero no, alguien me rescato y quiso ser mi padre, aunque seguramente fracaso antes de empezar. Ya que más allá del bandoneón ninguna otra enseñanza me dejo aquel vicioso que me rescato.
De todas formas le estoy agradecido, ya que por lo menos me dio una oportunidad, no como mi madre que ni siquiera tuvo el valor para matarme, sino que me tiro como al preservativo que debería haber usado antes de concebirme en su vientre.
Naci entre la basura, fui criado por un asesino vicioso y matón. Si soy marginal, he estado preso y he cometido excesos. Pero he conocido la libertad y la sensación que provoca una nota de mi instrumento. Por eso hoy, baldío, te doy la espalda y escupo en tu magra intención de ser olvidado como la mugre que vive en tu interior.

martes, 21 de julio de 2009

Noche Gris

Noche perdida, esas que no valen nada, donde uno termina sin quererlo. El lugar apestado en humo y hedores de la noche, sea cigarrillo, alcohol o drogas. Los ojos rojizos de la pesadez y del agotamiento que genera sonreír a caras extrañas. Los minutos pasaban haciendo estragos, mi cuerpo y mi rostro se iban contorsionando según las sustancias ingeridas. Ya no era yo, era un autómata que deambulaba de un lugar a otro, con la mirada vacía y un vaso de vino en la mano.
Todo el lugar se movía de una forma lenta, las personas marcaban sus expresiones faciales de forma grosera. Extraños personajes salían de las puertas bebiendo y fumando. Con caras burlonas y miradas socarronas vociferaban entre si sobre temas de escasa importancia.
Dos esbeltas y elegantes mujeres, con una vestimenta que no puedo definir, se sonreían y hacían comentarios sobre un fulano que intentaba mostrarse autentico, independiente y seductor. Este insignificante tipo al ver que las dos estiradas lo observaban con un cierto interés, le provoco una excitación que se plasmo en su rostro. Que deformándose lentamente tomaba la forma de una hiena, babosa y deseosa de revolcarse en su perversión. Cuando el mismo se acerco hacia ellas, estas empezaron a retorcerse y enroscarse una con la otra, como serpientes. Las dos víboras tomaban una posición seductora, pero al mismo tiempo hambrienta y lujuriosa. Ambas damas giraban alrededor del chico hiena desplegando un aroma a sexo irresistible, sus lenguas lo envolvían y endulzaban con palabras dulces y suaves risas.
La presa había caído, y por su propia voluntad las dos serpientes flacas y estiradas se darían un festín con aquel infeliz. Que ni siquiera se había percatado de que seria devorado por aquellas arpías a las que se acerco por propia voluntad.
El cuadro me genero repugnancia así que mire hacia otra parte, mas precisamente a un muchacho de pelo encrespado y alborotado que actuaba como si la bohemia francesa se reencarnara en el. Su aspecto era chistoso, descuidado, aunque hubiera mucha preocupación en verse de tal modo. Hablaba con muchas pausas e intentaba darle un toque intelectual a sus palabras, incuria constantemente en temas artísticos y hacia constantes risotadas en momentos que no eran para tal reacción.
Este chico con aspecto de lunático, estaba muy lejos de serlo, era solo un nene de mamá universitario que se esforzaba para parecer distinto. Fue entonces cuando este hombrezuelo empezó a cambiar de color. Se tornaba rojo, verde, amarillo, azul su color dependía de con quien interactuaba.
En otro rincón de la habitación, sobre una mesa de vidrio, cuatro cerdos tomaban cocaína, bebían y comían a risotadas. La comida caía y chorreaba por entre sus piernas, a su alrededor su propio excrementó generaba moscas que revoloteaban por allí intentando pescar alguna sobra del banquete blanco de tales puercos.
Junto a la ventana unos mimos peleaban a los gritos, mientras que a su lado unos niños jugaban con soretes, revoleándolos de aquí para allá. Cerca de la puerta de entrada unas momias desfilaban por una pasarela, mostrando sus carnes podridas y sus vendajes maltrechos. Que eran observados por cuadros envidiosos que no podían borrar su falsa sonrisa ya impresa en su papel.
Consternado y abrumado por tal zoológico, que tenia enfrente, y del cual yo era parte. Me deje caer en un sillón, junto a un pescado y un gusano que me miraban mientras tomaban un whisky.
Levante la mirada hacia la ventana, y vi que por ella se colaban los primeros rayos de luz de la mañana. Volví a mirar la habitación, Todos los presentes habían recobrado su forma corporal humana, pero sus cabezas eran gigantes mascaras de cera. Que tenían una gran sonrisa y miradas alegres y compasivas.
Algo me enloquecía cual seria mi forma, me había pasado la noche descubriendo la forma real de esas personas. Pero no había visto la mía. Ellos ya se habían puesto sus sonrientes y aceptables mascaras, yo tendría puesta mi mascara. Me decidí a averiguarlo, así que tomando un espejo que había servido para alimentar el hambre de las fosas nasales en un tiempo no lejano, me dispuse a ver mi rostro o mi mascara antes de que se fuera lo poco de penumbra que quedaba.
Pero al poner mi cara frente al espejo lo que vi nunca lo espere, yo no tenia rostro, ni ojos, ni boca, ni nariz. Nada mi cara era lisa, sorprendido deje caer el espejo que se rompió contra el suelo.


FIN

Salida

Es una mañana brumosa de esas que acostumbra esta región. Mi mente está en blanco, tan en blanco que el rostro esta rígido, inmutable. Mis ojos no parpadean y se dejan secar con el aire, hasta que arden de tal forma que pierdo la visión.
De repente aquel trance es roto por el sonido del teléfono sonando, volteo la cabeza hacia él mirándolo con frialdad. Me pregunto ¿Quien será? Pero no me levanto a contestar. Suena y suena y yo inmutable contemplando el aparato, que cada vez parece sonar con más fuerza.
¿Será Bárbara? queriendo saber porqué he desaparecido toda la semana. No creo tener el valor para poder hablar con ella. Romper una relación siempre es difícil. Además me sentiría muy tonto diciéndole que quiero terminar una relación de tres años, sólo porque estoy triste aunque no tenga una razón para estarlo.
Seguramente no me creería, pensaría que tengo otra o algo similar. Aunque realmente no lo sé, es complicado o casi imposible pensar como mujer siendo hombre. Además, como ya dije, no tengo ninguna buena razón para terminar con ella.
Junto a Bárbara viví tres buenos años, ella me comprendía, me escuchaba y me acompañaba. Éramos un buen complemento, algo así como las frutillas y la crema, ella esponjosa y dulce y yo ácido y áspero. Aunque más que una frutilla seria un limón, así que quizás la formula fuera un lemon pie.
Pobre Barbi, no se merece que le haga esto pero no se enfriar una relación de otra forma que no sea tomando distancia. El tema es que no puedo mirarla a la cara y lastimarla diciéndole que la dejo porque estoy angustiado por algo que no sé qué es.
También puede ser que a Bárbara no le importe que yo la deje. Quizás me llamaba para decirme que esta harta de mi conducta de ente, y que quería dejarme. Lo cual sería estupendo porque de esa forma tendría una razón para estar angustiado. Aunque yo supiera que la angustia no es por eso, pero tendría algo que decir. De todas formas no creo que me lo diga por teléfono, seguro querrá que nos veamos para decirme que lo nuestro terminó. El problema es que si me encuentro con ella, y no me dice lo que quiero escuchar, yo tendré que tomar la iniciativa y no creo poder con eso.
Por otra parte puede ser que no haya sido Barbi, sino del trabajo para preguntarme porque no fui hoy. Deben pensar que otra vez me excedí con las drogas y estoy detenido o tirado por allí. Pero están equivocados como siempre, es solo la angustia, que es tan grande y profunda que aunque parezca mentira ni siquiera necesito drogarme. Estoy inmerso en un estado de somnolencia tan hondo que parece que estuviera drogado, igual que los de los neurosiquiátricos.
Es mas, ahí sobre la mesa está el viejo espejo de mano de mamá, con una raya de merca que preparé hace una semana y no pude tomarla por alguna razón que no comprendo. Allí junto está la piedra de mota que me regalo Bárbara por mi cumple sin tocar, no le falta un solo gramo.
Pobre mamá, si supiera para lo que usaba su espejo, se volvería a morir. La vieja quería lo mejor para mí, pobre, pensaba que yo tenía talento, creo que ni ella sabía para qué. Pero estaba convencida de que era un talentoso. Solía decir que tenía un don, sólo que todavía no lo había aprendido a explotar.
Es lógico, qué madre le diría a su hijo que es un mediocre bueno para nada. Yo creo que ninguna con un poco de amor por su hijo. Los padres la mayor parte de las veces son ciegos por decisión propia, ven lo que quieren ver, el resto se les escapa. Aunque si se trata de mirar a los hijos de otros, allí no se les escapa nada, es más, ven más de lo que hay. ¡Qué reverenda mierda, cómo pueden ser tan hipócritas!
Qué se le va a hacer, esas conductas son parte de la naturaleza humana. La verdad es que ser hombre es un asunto complicado, pensamos entonces enredamos todas nuestras relaciones. Quizás si dejáramos de competir y de buscar verdades absolutas dejándonos guiar por el instinto animal, haríamos menos cagadas. No, eso es un disparate, nuestro instinto es pensar y nos enseñan a competir. Además, la vida es competencia; si hasta los animales compiten, es la ley del más fuerte. Si esa ley rigiera para los humanos, yo no tendría nada, ni siquiera mis recuerdos. Esos en los que la tristeza no me envolvía, donde solo jugaba y me divertía con amigos.
Fue una buena época pero ya pasó, de nada sirve mirar atrás, todo eso se esfumó. Al igual que mi amor por la vida y los placeres mundanos de la humanidad. Hoy sólo tengo una honda pena que me aqueja y me quita todo rastro de sensibilidad que pudo existir alguna vez en mi cuerpo.
Mi cuerpo, delgado, grisáceo como el de un cadáver ya no puede sostener mi alma aquejada por la nostalgia y el aburrimiento. Mi cuerpo, ese que de principio a fin fue débil y que más de una vez me traicionó dejándome sumido en el dolor. Es verdad que yo nunca lo ayudé a que fuera diferente, pero a mi cuerpo nunca lo sentí parte de mí. Quizás por eso lo torturé con una vida insana.
A veces pienso si mi vida hubiese sido diferente, sino hubiera perdido a mi mamá tan rápido o si alguna vez hubiera tenido un padre de verdad, no esa sabandija que aparece solo para pedirme dinero todos los primeros días del mes. Si no hubiera fumado aquel primer porro, que posteriormente daría principio a mis años de dyler, hasta hoy que trabajo como archivista en una horrible oficina gris como una lápida…
Alguien golpea la puerta, irrumpiendo en mi pensamiento. Me quedo en total silencio. Vuelven a golpear, pero con más intensidad. Experimento una curiosidad muy grande por saber quién es, ya que el portero de mi puerta nunca sonó. Sin embargo, no muevo un músculo, casi ni respiro. Un frío me recorre por dentro bajando por mi columna. Tengo un mal presentimiento de aquel visitante misterioso.
¿Será Daniel, que se entero lo que hice?, quizás él fue el que llamó por teléfono. Si es él estoy en un gran apuro. Nunca quise hacer eso, pero no podía controlarme, fue un accidente. Pero Daniel no entenderá que fue la tristeza la que se apoderó de mí y necesitaba darle una causa a esa nostalgia.
No fue por diversión, solo necesitaba generarle a otro un dolor tan grande para que opacara el mío o para encontrarle una razón. Sólo buscaba una forma de continuar, el resto fue un accidente. Cómo podía imaginar que ella era la hermana de Dani. Cuando Felipe me dijo que ella era su hermana, no lo podía creer. Cómo podía haber sido capaz de hacer algo así, Daniel era mi mejor amigo, con él empezamos el negocio de las drogas en el Colegio Maristas. Gracias a él tengo hoy mi casa y mi trabajo, él me alentó a salir de la venta de drogas porque me veía desatento y era probable que la policía me atrapara con algún cargamento de los que traíamos de Paraguay.
De golpe todo es silencio, decido acercarme a la puerta, me pongo junto a ella, y evitando hacer algún sonido apoyo mi oído junto a la madera para tratar de oír algo. Todo es paz, no se escucha nada, no hay nadie en el pasillo. Es posible que hubiese inventado ese sonido, que nunca nadie hubiera golpeado mi puerta. Estaré tan obsesionado con que Felipe le haya contado a Daniel lo que hice con su hermana, que mi mente creó todo.
Quizás sí quiero que aparezca Daniel para que haga lo que yo no me animo a hacer. Sin embargo, hace días que no salgo de casa, si quisiera que Daniel me encontrara saldría afuera, atendería el teléfono o abriría la puerta a quienes la golpean.
Creo que ante estas circunstancias el miedo me paraliza, aunque deseo que la angustia se termine, tengo miedo del dolor físico que la solución conlleva. Es eso lo que me paraliza ante el menor sonido, aunque quiero no me atrevo, soy un cobarde. Es por eso que hoy estoy aquí encerrado, intentando escaparle al pensamiento, que minuto a minuto me hunde más en la miseria de un alma ya sin vida como la mía.
La angustia ya me ha matado moralmente, sólo falta la muerte física, la muerte de mi cuerpo. Sin embargo, por alguna razón que no termino de comprender, me niego a darle esa estocada final a mi ser. Es como si disfrutara esta paranoia y agonía mental que la cercanía de la muerte provoca. Debo dar fin a mi cuerpo, es la única manera de terminar con la angustia. Ni siquiera cometiendo una atrocidad pude disminuirla. El Fondo parece inalcanzable. De aquí en adelante todo es cuesta abajo, y mi débil conciencia no podrá soportarlo.
Vuelvo la vista hacia la mesa de luz, allí esta la salida del agujero en que he caído. No puedo esperar a que Daniel lo haga, inconscientemente no se lo permitiría.
Camino lentamente hacia la mesa de luz, avanzo con pesadez como si mi cuerpo se resistiera a mi deseo de llegar. Abro el cajón, mi rostro empalidece, me quedo unos minutos en silencio, estático, respirando muy profundamente.
No puedo hacerlo. Quiero moverme, pero mi cuerpo no responde, paralizado por la decisión que he tomado. Quiere retroceder, pero no se lo permitiré. Debo terminar con la angustia que no me deja vivir. ¿Cómo puede ser posible que mi cuerpo se rebele contra mi mente?, ¿o es mi mente la que está peleando consigo misma?
Dejo de pensar, sumergiendo la mano en el cajón, agarro el arma, pesa más de lo que recuerdo o quizás es el peso de mi existencia que se aferra a ella para no caer. Me quedo contemplando el arma por unos segundos, que se convierten en minutos y luego en horas. Ahí estoy, sentado con la mente en blanco y el arma en la mano. Abro mi boca y con sutileza me coloco el cañón del revolver en el interior de la misma. Supuestamente esta es la forma más efectiva y menos dolorosa, pero a mí me aqueja la duda de saber si podré disparar. Pensar que todos los adolescentes piensan en suicidarse y solo un pequeño porcentaje lo hace. Yo ya no soy un adolescente, pero me siento atormentado por razones que no logro comprender. Sólo creo que ya no quiero vivir, ni de esta forma ni de otra. He sido derrotado, no sé si por otros o por mí mismo. Sólo sé que la angustia ganó y que la única salida de ella es ésta.

Se escuchó un estruendo en el edificio, los vecinos salieron al pasillo, había desconcierto. ¿De donde había venido el ruido? De pronto un grito puso a todos en alerta, era la mujer del D, que gritaba. Por debajo de la puerta del C salía un pequeño charco de sangre. Al abrirla encontraron a Rogelio tendido en el suelo con un arma en la mano, y un salpicón de sangre por todo el departamento. Pero lo más extraño fue que en su rostro estaba dibujada una sonrisa. Algo que nadie del edificio nunca había visto en él.



Sebastián Riera

Soledad

La vívida imagen de la soledad, desespera a cualquiera pero no siempre es negativa. Estar solo ayuda a una introspección que nos pone en contacto con nuestros otros yo, que incluso a veces ni siquiera sabemos que existen y que tienen necesidades de hablar con nosotros. Soledad no siempre es estar solo, quizás estamos rodeados de personas pero pese a eso seguimos aislados. Yo diría que el estar solo es una cuestión de oído y de palabras, hablar y ser escuchado y viceversa. Ya que si no interactuamos en niveles proporcionales también estamos solos. O peor aún, creemos que no tenemos problemas de soledad, cuando en realidad nosotros somos sus difusores.
¿Cuántas personas hablan y hablan, aunque no tengan nada para decir? Sí, muchísimas. Más ahora en los tiempos de la alienación y la destrucción de nuestro único distintivo o sea, lo estúpidamente humanos que podemos ser.
Hablar no es comunicarse, por tanto, hablar puede provocar soledad. ¿Cómo cambiar eso?
Bueno, yo no tengo la respuesta, eso es cosa de cada uno. Para mí, que tengo la capacidad de escuchar, y que no hablo si no es necesario, mentiría diciendo que así no hay soledad, ya que me considero una persona solitaria. Eso sí, comunicativo soy, siempre y cuando desee algo.
Siempre tuve en claro que la soledad era una elección más que otra cosa. Pero llegó un momento que se volvió una obsesión para mí. No recuerdo bien cuando fue que pasó, pero sí se que se agravó en el momento en que conocí a una chica con esa palabra como nombre.
Fue un 2 de septiembre, en la fiesta de aniversario de la Revista Esquilón. Yo estaba junto a la barra como era mi costumbre. Cuando alguien me dijo por la espalda: Qué bodrio ¿no?
Me di vuelta, ahí estaba, junto a mí mirándome con unos ojos enormes y una sonrisa que emborracharía a cualquiera. Su belleza era inigualable, parecía que de ella brotaba una luz que me cegaba no permitiéndome ver más allá de su imagen. Estaba fascinado, embobado, casi enamorado con solo una mirada. Lo cual me resultaba extraño ya que no creía en el amor y mucho menos a primera vista.
Todavía estaba inmerso en ese hechizo de estupidez cuando ella lo rompió diciendo:
_ ¡Ehh! te estoy hablando.
_ Qué.... ¿a mí?
_ Sí, a vos
_ ¡Ah! Disculpame. Estaba distraído ¿Qué decías?
_Nada importante. Soy Soledad.- dijo mientras me daba su mano como señal de saludo, al cual correspondí.
_¡Qué raro!, no te conozco, y eso que estoy en la redacción desde los inicios de la revista.
_ No es raro, yo sólo tengo una columna que escribo por mi amistad con el director. Nunca voy a la redacción. Se la envio por mail.
_¡Ah!, debe ser por eso que no te ubico.
Esa noche conversamos durante mucho tiempo y sobre varios temas. Todo iba bien hasta que se me ocurrió preguntarle si estaba sola. Su cara cambio, empezó a reír, me agarró la parte inferior de mi cara y me dijo: - Eso querés ¿no? - La miré extrañado, a lo que ella agregó: - ¿Qué pasa, me querés coger?- Yo más sorprendido que antes me quedé mudo, sin poder siquiera entender qué era lo que había pasado hacia hace un instante. Ella se levantó y me dijo: - siempre estoy sola. - mientras se marchaba saludando a sus compañeros, por el medio del salón.
Quedé golpeado, desconcertado, nunca había vivido nada así frente a una pregunta tan estúpida como la que le había hecho. Decidí irme a mi casa aunque aún fuera temprano y la fiesta estuviera en su pleno apogeo. Mario me había traído en su coche, así que para no molestarlo decidí irme en colectivo. Mientras esperaba el micro, mi mente estaba tranquila, casi en blanco. Una vez que ya estaba acomodado en mi asiento, subió
una chica vestida muy provocativamente, la miré como queriéndola despojar de aquella pequeña ropa que llevaba, hasta que me percaté que junto a ella estaba su novio que me miraba de una forma desafiante. Cobardemente bajé la mirada, sumergiéndome en mi propio pensamiento.
Adentro de mi cabeza yo sabía que era cierto lo que Soledad había dicho, yo quería tener sexo con ella. Me atormentaba la idea de que hubiera descubierto mis ocultas intenciones. ¿Cómo había pasado? Mis ojos me habrán delatado, habré sido descuidado en algún comentario. Todo me resultaba extraño, siempre medía mis palabras, además soy frío como un hielo y ni siquiera estaba borracho.
Para cuando llegué a mi departamento, ya estaba totalmente abrumado. Me tiré en la cama sin poder quedarme dormido, pensando en la iluminada imagen de Sole. En ese momento sonó el celular. Era Mario que se estaba yendo de la fiesta y no me encontraba. Le dije que ya estaba en mi casa y que necesitaba el teléfono de Soledad, de redacción. Mario dudó y me dijo: No puedo, eso es información confidencial, si querés hablar con ella andá a la oficina el lunes. Y me cortó sin siquiera despedirse o darme explicaciones por esa respuesta tan rara para el pedido de un amigo.
Era la tarde del sábado y yo todavía no podía dormir, ni trabajar, ya que toda la situación vivida tanto con Sole como la posterior respuesta de Mario no tenían para mí una explicación coherente, y eso para una mente racional como la mía era intolerable y enfermizo.
Decidí intentar olvidar el episodio tomándome una botella de vodka, eso me quitaría lucidez y caería dormido al piso. Lo peor fue que la tomé toda y todavía no dormía, sólo estaba borracho lo cual era jodido, ya que ebrio suelo hacer cagadas grandes. Lo cierto es que salí a caminar por la plaza. En pleno recorrido me agarraron unas ganas enormes de orinar, por cual me puse tras un árbol y calmé ese insoportable ardor que ya no aguantaba. Luego fui a sentarme en una hamaca, donde me quedé un instante.
Me quedé dormido porque cuando desperté, ya era de noche. Junto a mi estaba Soledad que me miraba con cara maternal. - ¿Vos qué hacés acá?- pregunté. Ella no dijo nada. Sólo me ayudó a levantarme, mientras me abrazaba junto a una gran pena.
Después no recuerdo más nada, sólo sé que estaba tirado en mi cama, totalmente desnudo. La puerta de mi departamento abierta, y ni rastro de mi ropa que parecía haber desaparecido.
Para ese entonces mi confusión ya era enorme, ¿dónde estaba mi ropa y cómo Soledad me podía haber encontrado en la plaza? Quizás nunca había ido a la plaza y había soñado todo, ¿pero lo de la ropa?¿cómo podía haber desaparecido? La aparición de Sole me inquietaba pero la desaparición de mi ropa me preocupaba, ¿habría hecho alguna locura? ¿Cómo saberlo? Esa pregunta era algo que no me dejaba tranquilo, así que decidí bajar a hablar con el portero.
En ese instante suena el teléfono, era Soledad.
_ ¿Estás bien? ¿pudiste dormir?
_Sí, perdoname que te pregunte, pero ¿Qué pasó anoche?
_ Te encontré borracho, durmiendo debajo de una hamaca. Así que te llevé a tu casa para que descansaras mas cómodo.
_ ¿Y mi ropa?
_ Cuando llegamos te la quitaste y me dijiste que te la lave, así que la metí en el lavarropas.
_ Quería pedirte disculpas por mi comportamiento, tanto en la fiesta como por lo de ayer.
_ No te preocupes, cualquiera se pone en pedo y hace boludeces… Bueno, chau, me encantaría seguir hablando, pero tengo mucho que hacer.
Así de repentino como fue su llamado, fue que terminó la conversación telefónica. Me sentía tremendamente avergonzado ante aquella mujer me había traído ebrio de la calle y había descubierto mi fuerte deseo sexual oculto en aquella charla. Pero por alguna razón que desconozco esa humillación constante a la que Sole y su recuerdo me sometía, era algo que aumentaba mi pasión por aquella mujer que me había deslumbrado.
Ya en la mañana del Lunes, salí para el trabajo como siempre, pero cuando saludé al portero noté en él una mirada burlona y un tono socarrón en su voz. Me extrañó porque era una persona muy respetuosa, pero le quité importancia, suponiendo el incidente de la borrachera.
Tipo dos de la tarde pasé a ver a Mario. Al entrar en el edificio noté el mismo tono socarrón en cada saludo de la gente del personal . Ya no tenía demasiado sentido, ellos no me habían visto borracho ni mucho menos. Lo que más sorpresa me dio fue que Mario no quiso recibirme. Ahora sospechaba de él. Primero la situación del teléfono de Sole y ahora estaba muy ocupado y me pidió que volviera otro día.
Mario no quería que estuviera con Sole, seguro que él ya le había echado el ojo, ella era una mujer hermosa y él un casado pervertido con mucho poder, que siempre lograba lo que quería .Pero no se la iba a dejar fácil, así que fui a la redacción y pregunté por Soledad. Nadie la conocía, sabían que escribía para la revista pero no la habían visto nunca.
Me quedé dubitativo un momento y pregunté por su teléfono. Pero ningún compañero supo darme esa información. Era obvio que era una de las amantes de Mario. Así que sin pensarlo me dirigí a su oficina, donde irrumpí como una tromba. Mi sorpresa fue enorme. Allí estaba Mario, mi amigo, con una peluca rubia y vestido con ropa interior de mujer, practicándole una mamada a Walter, el pibe que manejaba la camioneta del reparto.
Me quedé horrorizado y cerré la puerta de la oficina al mismo tiempo en que caía desplomado sobre el sillón. No podía creerlo Mario maricón, lo había visto curtirse a las mejores minas de la ciudad, además no podía evitar pensar en sus dos hijas. Walter salió por pedido de Mario, nos quedamos los dos solos. Quería decir algo pero no podía, ni sabía qué decir.
El me miró resignado y me dijo, aún en ese ridículo atuendo: - ¿Qué necesitabas que era tan urgente que no podías esperar?
- No es nada importante- contesté - Vuelvo después.
El me detuvo: - Dale, hablá. Peor situación que esta no creo que viva.- dijo con un tono burlesco.
_ Bueno, necesito el teléfono de Soledad
_ ¿Otra vez con eso? No te alcanza con esta situación, que encima me jodés.
_ ¿Qué te jodo? Explicate porque no entiendo.
_ ¿No entendés?, Soledad es mi nombre de travesti. ¡Hijo de puta!
_ ¡Qué!, ¿vos escribís en la revista bajo ese seudónimo?
_ Sí, y no aparentes que no lo sabías, si no, ¿cómo explicás lo de la fiesta?
_ Pero....la mujer con que yo estuve en la fiesta era una mujer.
_ Mira, no sé de qué hablás pero en esa fiesta no había ninguna Soledad, y lo sé porque yo elaboré la lista de invitados.
Moví mi cabeza en todas direcciones y salí caminando como si me hubieran derrotado. Atrás mío quedaba un amigo en tanga que me gritaba que adónde iba, que todavía no habíamos terminado y después si acaso me había vuelto loco. La verdad es que no me importaba si Mario pensaba que estaba loco, ya había perdido todo respeto por él al verlo en tanga, y al saber que reprimió su homosexualidad, sólo sentía bronca por su hipocresía. Cuántos años había mentido, era algo que no podía dejar de preguntarme, cuánto tiempo su verdad vivió en las sombras. Era triste, un tipo exitoso que le tenía miedo a su propia sexualidad.
Me senté en un café del centro y pedí un capuchino, no podía dejar de pensar en lo que estaba viviendo, Mario transexual, y aparentemente Sole no era Sole, por lo menos no la que escribía en la revista. La situación me resultaba ridícula. ¿De dónde había salido esa mujer que usaba el nombre de otra y que me había enamorado de tal forma? Finalmente decidí volver a mi casa y tratar de dejar todo eso atrás.
Cuando abrí la puerta de mi departamento ahí estaba Sole desnuda, recostada sobre el sofá en una posición que me dejaba atónito. Sí, era ella, no era Mario vestido de mujer, era la Soledad que me había enamorado, la hermosa mujer que paralizaba mi corazón.
Ella me miró, se puso de pie y se fue acercando a mí. Estaba paralizado, no podía mover ninguna parte de mi cuerpo, salvo mi pene que estaba tan tieso y firme que parecía un militar en el saludo a la bandera. Me desvistió lentamente y me llevó hacia la cama.
Tenía tantas preguntas, pero la situación no me dejaba hablar, en ese instante me besó y me dijo: todas tus preguntas serán contestadas a su debido tiempo.
Fue el mejor sexo que recuerde, conocía cada parte de mí a la perfección y sabía qué era lo que buscaba en ese momento. Ella logró darme algo que ninguna otra mujer me había dado, satisfacción y contención. Al terminar el acto sexual quedé profundamente dormido, con una paz que nunca había sentido. ¿Podría Soledad ser ese ángel celestial que esperé durante tanto tiempo y al cual ya creía que nunca encontraría?
Al despertar ella estaba junto a mí pero yo ya no tenía más preguntas. Ella era yo y yo era ella, éramos uno mismo. Me había casado con la Soledad que siempre me había acompañado, al fin la había aceptado. La Soledad estuvo junto a mí desde mi infancia hasta mi adultez, pero ahora mi mente le había dado forma. Ella sería mi compañera, mi complemento, la disgregación de mi cuerpo en dos.
Era también el vivo reflejo de que había perdido la cordura ante la vista de los demás, pero eso no me importaba. Había encontrado la compañera que me permitiría llegar hasta el final de mi vida, sin suicidarme. Había aprendido a convivir con la soledad sin que me desesperara la idea de estar solo.
Entonces pensé en Mario, mi amigo, que pese a tener familia y dos hijas divinas vivía una vida que no era la suya, al no querer enfrentar la soledad y el probable dolor que le hubiera generado asumir su homosexualidad en el momento en que la descubrió. Sin embargo, decidió reprimirla por miedo a la soledad y al rechazo de los demás. Entonces me sentí emocionado y aliviado a la vez, al saber que pude evitar ese sufrimiento de vivir en las profundidades de la oscuridad, gracias a haber encontrado a mí amada soledad.


FIN.

La Mugre

La humedad cubría toda la tarde, la pesadez era más, de lo que alguna vez recuerdo en mi lejana patria. Ahora obligado al destierro, en esta miserable isla que despierta lo peor de mi triste persona. He descubierto que el destierro es la muerte en vida, yo acostumbrado al frió de mi nación, y ahora condenado a este calor lujurioso. Me resulta imposible mantener serena mi mente.
Afuera las morenas mujeres exponen sus carnes, zarandeándose al ritmo de los tamborileos. Los hombres nefastos, y pervertidos se dejan llenar la vista con sus cuerpos, llevando su mente hacia la aberración, la mas cruda violación carnal.
La caña llena sus venas y los enferma. En el aire se respira sexo, después de un tiempo un mugroso chico ensangrentado saldrá y vera el mundo con esa misma lujuria repitiendo, las conductas de sus padres.
Cuando llegue a esta isla, me fascinó esa sexualidad que hoy me enferma. Yo un extranjero desterrado por mis conductas inapropiadas, con respecto del poder de turno. No pude evitar, la bebida y con ella el deseo carnal que cubre a esta isla maldita. Poseí todos los cuerpos de este remoto país, con mis estudios, no tarde en posicionarme bien con respecto al poder político de la isla. Fue en ese momento cuando me di cuenta que podía disponer de quien quisiera, cuando yo quisiera. Primero intente disfrutarlo, pero con el tiempo la carne dejo de saciarme, la caña de apaciguarme y así me di cuenta de que me había convertido en lo que siempre había combatido en mi país. La corrupción, el narcotráfico y el disponer de la vida de los demás según le plazca al poderoso, en este caso a mi propia persona.
Los murillo, era una familia humilde y trabajadora. Jeferson, era el padre de la familia, un moreno de descendencia Angoleña que trabajaba vendiendo frutas en la feria del paseo costero. Guadalupe era su mujer, una negra mulata de robusta contextura, con poca cabeza pero muy egoísta y codiciosa. Inés era la mayor de sus hijos, una muchacha, que le gustaba el lujo, y por eso se la veía coquetear y pasearse con los turistas yankees que visitaban la isla. Y por ultimo el pequeño Luis que era un chiquillo grosero, que se la pasaba correteando por la feria.
No se diferenciaban mucho de la mayoría de los habitantes de la isla, pero por alguna razón que aun desconozco, serian parte de unos de mis abusos de poder. Cuando conocí al viejo Jeferson, yo era el máximo representante de un fondo inversor ruso, que poseía una cadena de hoteles de lujo y boliches que estaban diseminados por toda la isla. Éramos el principal sustento de la economía de aquel país, todos los negocios y entradas de inversiones se hacían a través de nosotros. Se podría decir que éramos los dueños de la isla. Pero como yo era el único miembro del grupo que vivía en la isla se podía decir que la isla era mía.
Un día paseándome por la feria, me crucé con el puesto de los Murillo, Allí estaba el lustroso negro agachado intentando reparar la débil estructura de madera, mientras el resto de su familia, no hacia nada para ayudarlo. Es más el pequeño saltuqueaba y gritaba a su lado, su mujer le reprochaba que era un inútil y que por eso eran pobres. Mientras que su hija, buscaba con la mirada a algún extranjero que pudiera saciar sus vicios y deseos de grandeza.
Me acerque al puesto, y le pregunte por su hija, la muchacha me miro entusiasmada, aunque algo desconcertada por que yo le hablaba al padre y no a ella. Le dije que poseía una mansión al otro lado de la isla y que necesitaba una familia que se mudara para allá, tanto para hacerme compañía como para trabajar en ella ya que yo solo no podía mantenerla en condiciones. Pero que era imperioso que vivieran allí por que si también era su casa, la trabajarían con conciencia y responsabilidad.
Jeferson, no tubo tiempo de contestarme, ya que su mujer y su hija dijeron de forma desesperada, que seria un gusto y que mañana mismo irían a mudarse.
Y así fue, al otro día los Murillo llegaron bien temprano. Los invite a pasar y le designe a cada uno su habitación, todas en la planta baja. Tienen prohibido subir, si me entero de que se han estado paseando por la planta alta sin mi autorización, se marchan y buscare a otros, les dije con voz enérgica.
Ya ubicada la simple familia, solo era cuestión de observar. Les di todos los lujos y divertimentos que yo poseía, y radicalmente estas personitas se fueron trasformando paso a paso. Guadalupe se llenaba de joyas, se vestía con ropa elegante y salía a la calle a hacer alarde de su fortuna y su esplendorosa vida.
Inés, la muchachita de aquella familia, había dejado de comportarse como una prostituta, para volverse la dama más refinada. Andaba por los campos hípicos diciendo que era mi sobrina y que prontamente se iría a estudiar a Paris.
Luis, por otra parte, seguía insaciable, ese chiquillo no tenia límite quería todo junto y al mismo tiempo. Igual note, que empezaba a tratar con soberbia a los amiguitos que invitaba a jugar a la casa.
La manera de actuar de ellos tres me parecía lógica, y me divertía mucho verlos cambiar sus actitudes. Pero la actitud de Jeferson me desconcertaba, el seguía cumpliendo su rutina. Todas las mañanas se levantaba e iba a la feria a abrir su puesto, no hacia alarde de la casa donde ahora vivía, ni utilizaba el dinero que yo le daba, sino que se lo daba a su mujer para que esta lo gastara en lo que quisiera.
Cuando le pregunte por que seguía llendo a trabajar a la feria, me contesto que la feria era su vida. Que desde que tenia 8 años trabajaba allí con su padre, y que no podía dejarla, ni quería hacerlo, ya que ese mugroso puesto era todo lo que había logrado, y no lo abandonaría por que a un ricachon loco se le había ocurrido, beneficiarlos con dinero por su simple capricho.
Recuerdo, que le dije, que con su empeño y mi dinero, podía llegar a tener el puesto mas vistoso y grande de toda la feria. Sus ojos brillaron, pero abruptamente bajo la mirada. Contestando: Si, claro que me gustaría pero en aquella feria todos somos pares, ningún puesto debe llamar la atención más que otro salvo, por su mercadería y por la atención a los compradores.
Que necio es este hombre pensé a mis adentros, y me marche, haciendo una reverencia. Por mi cabeza, Jeferson se había vuelto una obsesión, tenia que poder corromperlo como a los otros. Pero como si es tan orgulloso de si mismo. Entonces me decidí en demostrarle a ese hombrezuelo, que tenía el poder para devastar su moral, destruyendo ese orgullo, el entraría en el círculo de codicia en el que ya estaba inmersa el resto de la familia.
No tarde mucho en averiguar que la corpulenta Guadalupe le era infiel a su marido. Esta tenía un amorío con su instructor de tenis. Tampoco fue mucho trabajo, hacer caer a la torpe y egoísta mujer en mi trampa. Pero Jeferson, ni siquiera grito, ni se encolerizo con la noticia del adulterio. Yo le decía hombre pero no tienes porque soportar tal cosa si tú quieres, ya mismo la hago echar de la propiedad. Pero el contestaba no señor, no hace falta Lupe siempre tuvo amantes, solo que antes no los encontraba en pleno acto como ahora. Pero ella así es feliz, además yo se que mi negrita jamás me dejaría. Por que aunque tenga sexo con otros, el único hombre por el que tiene un cierto afecto es por mi, los demás son solo carne. Siempre ha sido así, con este calor no se puede esperar otra cosa.
Entonces enfurecido, le grite, tu debes dejarla a ella y buscarte otra. Yo puedo presentarte a las mujeres más finas y poderosas. Pero me contesto: Pero que voy a hacer yo, con una mujer así, yo soy casi analfabeta. Además quiero mucho a mi Lupe, como para enojarme por algo así. Si me engaña, es porque no tengo la capacidad de calmar su lujuria, no por que no me quiera.
Lamentablemente para Jeferson, yo no estaba dispuesto a rendirme, sus reacciones me irritaban de tal forma que ya no solo quería enviciarlo, sino destruirlo, arrastrándolo a lo mas bajo. El mostrarle el adulterio de su mujer, no había funcionado. Así que mande a destruir su puesto en la feria. Ahí si pude verlo enojado, pero este canalizo su ira en reconstruirlo, y no en descargarse con su familia o con su entorno. Le dije que había hecho averiguaciones, y los que habían destruido su puesto, eran los otros puesteros, a los que el había llamado pares, por la envidia e ira que les provocaba que el viviera en una mansión lujosa.
No le dio mayor importancia a mis palabras y siguió intentando reconstruir su puesto, Su mujer le compro un puesto nuevo, y el volvió a recuperar la sonrisa, pero ahora con mas fuerza, ya que su mujer que nunca lo había apoyado, ahora se mostraba piadosa y compasiva con su marido. Quizás porque había sido descubierta montada sobre el cuerpo de otro, pero para aquel hombre era una muestra de afecto.
Como puede ser tan imbecil, me repetía, casi enfurecido, y a mis adentros me decía voy a destruirte Jeferson Murillo.
Decidí llevar a Inés, la hija de aquel desgraciado, a una fiesta aristocrática en uno de los hoteles del grupo inversor. Guadalupe estaba encantada, e incluso dijo que le encantaría asistir, tanta gente refinada, que envidia hija. Si agregué seguramente allí Inés podrá quizás encontrar alguien que le posibilite entrar en el mundo de los negocios.
Una vez allí me junte con un viejo amigo, que manejaba una de las redes de prostitucion más grande de latino américa. Le dije aquella es Inés quizás te sirva, el agrego habría que hacerle algunos retoques, pero creo que puedo venderla a algún jeque árabe. Hoy las morenas corpulentas están bien cotizadas.
El dinero no me importa, solo la quiero lejos de acá, otra cosa, que no se sienta importante sino mas bien miserable. Si es posible véndesela a algún patán. Conteste.
Entonces le presente, a mi amigo Ricardo. Inés querida, el es mi amigo y necesita una chica de confianza que valla a trabajar a Paris con el. La muchacha me miro emocionada, y me abrazo en señal de alegría, no me agradezcas le dije te lo has ganado, solo no me defraudes. Lo único te vas hoy mismo no tienes tiempo de despedirte, ya que Ricardo esta muy ocupado, y se va ahora mismo.
La muchacha me miro desconcertada pero acepto. Dale un saludo a mis padres, de mi parte quieres, me dijo con una sonrisa en su cara. Claro, tú no te preocupes. Conteste.
Esa noche, llegue solo a la casa, Guadalupe me estaba esperando para saber detalles de la fiesta. Y su cara de desconcierto me causo mucha gracia, que obviamente intente disimular. Me pregunto por Inés, y le dije se quedo en la fiesta, estaba coqueteando con un diplomático Francés muy respetable. Lo cual le devolvió la sonrisa a la interesada madre.
Los días pasaron, pero Inés nunca llamo. Guadalupe quedo desbastada con el hecho, se dedico a la bebida y a la cocaína que yo le abastecía. Pero Jeferson, con la desaparición de su hija, se enfoco más en el trabajo, y cuando le preguntaba o daba alguna noticia de mi supuesta búsqueda de aquel diplomático, que no existía. El decía por algo dios hace las cosas. Si mi hija se fugo con un hombre, debe ser por que así ella lo quiso.
Ese hombre no se quebraba, que mas debía hacer para quebrarlo, nunca pensé que una persona así fuera tan resistente a la mugre de la vida. Pero aun me quedaba una cosa mas por hacer, la cual me aberrada pero por otro lado me traería tranquilidad, ya que al pequeño Luis Murillo, nunca lo soporte, era demasiado inquieto y grosero para mi gusto. El chiquillo ya a esa altura era un ser despreciable, el poder del dinero lo había convertido en una maquina caprichosa y egocéntrica, que disfrutaba disponer de los demás.
Era mi último golpe, mande a que lo arroyaran con un coche a la salida del colegio. Así fue el joven Luis fue envestido por una camioneta, y su cuerpo sin vida quedo tirado en medio de la calle.
El hecho tuvo un desarrollo esperable, Guadalupe ya más alcohólica y cocainómana que nunca decidió suicidarse. Aquejada por las desgracias que yo genere.
Cuando me encontré con el desgraciado Jeferson, lo vi tirado en el piso, con la cara cubierta de lágrimas. Pensé, al fin quebré y destruí a este hombre. Pero no me sentía reconfortado, porque al verlo llorar, me di cuenta de que había llegado demasiado lejos con mi aburrimiento. Me quise acercar a el pero este comenzó a gritar, No te acerques. Estoy maldito, yo he matado a mi familia, no la supe manejar, no los supe contener. Ni la muerte es tan terrible, perdí todo y lo que mas me duele es que haya sido usted el que les dio una sonrisa, con su dinero y no yo con mi trabajo y esfuerzo. He sido un pésimo jefe de familia, y por eso me ocurren estas cosas no soy digno de su buen corazón. Así que no intente detenerme, me marcho para no volver.
Y esa fue la última vez que tuve contacto, con Jeferson Murillo, al hombre que asesine por simple diversión, y abuso de mí poder.
Desde ese día no pude volver a dormir y por más que me lave y bañe mil veces estoy y estaré sucio por siempre. Por que soy la mugre de cuatro almas que destruí y aniquile.

Fin

Camino a Ningun Lugar

_Cuantas preguntas hay sin contestar, seguramente muchas, pero lo peor de todo es que por más que busque las respuestas, nunca las encontrare. Simplemente hay que aceptar que esas preguntas están ahí, y que nunca sabremos las respuestas. Por ejemplo dios realmente existe, y si existiera porque manifestarse a través de los curas. Que realmente parecen personas atormentadas y de vida miserable y llena de auto represiones que se imponen a ellos e intentan imponer a los demás. Además por otro lado por que Dios pone al sexo con preservativo como un pecado, acaso el es estéril o algo así, o esta tan solo que le jode que uno pueda fornicar y el no. Que jodido de mierda ¿no? También por otro lado, que coño tienen esos del vaticano, contra la masturbación no saben acaso que hasta los perros se masturban.
_Bueno, como le iba diciendo doctor, hay muchas preguntas sin contestar, y parece que a nadie le importa contestarlas, o están tan ocupados que no se lo preguntan. Igual en mi mente, esa posibilidad no es posible, pero de todas formas no soy estúpido y se que no todas las personas piensan como yo.
_ Pero tantas preguntas me perturban, y no me dejan concentrarme en mi trabajo. Así que quería pedirle alguna droga o pastilla que me ayude a ignorar todo eso de lo que le estoy hablando. ¿Usted me entiende?
_En realidad, creo que mas que alguna droga, usted necesita una novia. O algo que le mantenga la cabeza ocupada. En definitiva creo que debe evitar estar ocioso.
_Usted es un atrevido, y un mal educado. Yo vengo con un problema serio y usted me dice que no tengo vida y por eso me pregunto cosas. Para su información tenia novia hasta hace dos semanas, pero ella me dejo por que dijo que me preocupaba por idioteces, casi igual que usted ahora. Así que en vez de consejos dígame si me va a dar alguna droga o no. Por que sinceramente no tengo ganas de escuchar sermones.
_Si lo que me decís es cierto. Por que seguir con algo que te esta quitando la vida.
_Disculpe pero contésteme si me ¿va a dar algún medicamento o no?
_No, para mi usted no los necesita.
_OK, entonces me retiro. Pero sepa que su actitud es la típica de un desgraciado egoísta.
Una vez fuera del consultorio de aquel medico siquiatra, tome un colectivo, me senté en el fondo y empecé a mirar a los pasajeros. Ninguno merecía demasiada atención, salvo uno que parecía muy perturbado.
Tenia el cabello rubio y enmarañado, su piel era de color grisáceo no muy intenso, sus manos eran huesudas y con las uñas amarillentas por la nicotina de los cigarrillos. Su mirada era inquieta, parecía que algo lo mordía por dentro, ya que se movía como si tuviera retortijones.
De golpe este extraño personaje se levanto y toco el timbre para bajarse. No se porque pero instintivamente me levante y baje del ómnibus detrás de el. Tome una distancia considerable para poder seguirlo sin estorbarlo, por alguna razón sentía que ese esperpento de persona tenia algo que a mi me interesaba.
Este caminaba tambaleándose de un lado para otro, como si estuviera borracho o tuviera alguna afección en las piernas. Repentinamente doblo en un pasaje, pero cuando yo entre al mismo, ya no lo vi. Había desaparecido, se había esfumado. El pasaje solo tenia dos cuadras de largo, como podía esa persona que apenas caminaba haber desaparecido tan repentinamente.
Ya me hacia preguntas que no podía contestar, y ahora se me agregaba otra y con matices de locura o de alucinación. Frustrado por aquella persecución frustrada, me volví en mis pasos para tomar nuevamente el colectivo que me dejaría en mi pequeño monoambiente.
Pero el colectivo nunca vendría, y la noche nunca acabaría. Quise ver la hora pero fue imposible porque mi reloj se había detenido. Entonces por la vereda se acercaba un hombre obeso caminando, parecía de una clase acomodada, su cara era redonda y de un color rojo bastante intenso. Me percate de que llevaba un reloj, así que le pregunte la hora. El me miro con una sonrisa en su rojizo rostro y me dijo: No puedo contestarte mi reloj se detuvo hace un tiempo.
Tal respuesta me asusto un poco, pero pensé que debía ser una coincidencia. Para quitarme la duda golpeé en un pórtico para hacer la misma pregunta. Sin embargo nadie salio a mi encuentro.
Harto de esperar, y un poco consternado por el tema de los relojes que no funcionaban, decidí caminar a mi casa. Al llegar a mi departamento, encontré en la puerta aquel sujeto rubio de cabello enmarañado.
_Disculpe, señor pero ¿que hace en la puerta de mi departamento?
_ Nada, espero que la noche se vaya alguna vez.
_Bueno, entonces apártese que yo quiero dormir
_ Para que si no tiene sueño.
_ Porque es tarde y mañana trabajo
_Perdone usted pero los muertos ni trabajan, ni duermen.
_Que esta insinuando, usted llamándome muerto.
_No insinuó nada, usted es un muerto igual que yo.
Por que cree que la noche es tan larga, porque piensa que aquí no hay tiempo. Acaso no se a dado cuenta que no respira. Todos acá estamos muertos, no hay luz, no hay trabajo, no hay necesidad de comer, no hay sueño, no hay nada. Solo caminamos hacia, ningún lado, por mas que elijamos un camino este nos conducirá a ningún lugar. Cuando uno esta muerto todos los lugares son iguales, todo es nada.
_Usted esta loco, apártese que voy a entrar a mi casa a descansar.
_Adelante inténtelo, no podrá ingresar a su casa, porque su casa ya no es su casa.
Y así fue, por más que metí la llave, esta giraba, y giraba en la cerradura pero la puerta no se habría.
_Ves, te dije que no podrías entrar. Los muertos no podemos tener la vida que teníamos cuando estábamos vivos.
_Pero ¿como? ¿Cuándo me morí? Que no me di cuenta.
_Mira la cosa es así, yo soy muy amigo del chavon que se encarga de cómo explicarte…. Bueno que trabajaría de la muerte en esta zona, por decirlo de algún modo. En realidad se llaman seleccionador de difuntos, pero son tecnicismos. El tema es que le pedí que me dejara hacer su trabajo aunque sea por un día, viste como para matar el aburrimiento. El me dio los datos del loco que tenia que fallecer, pero me la deje en el bondi, siempre fui un poco despistado, viste. Y como vos me seguiste, decidí traerte a vos en vez de aquel. Uno, otro, es mas o menos lo mismo. Total acá nadie controla.
Igual vine por que, creo que merecías una disculpa, por mi no te preocupes porque mi amigo se cago de risa.
_Pero porque a mi, no podías, no llevarte a nadie. Si total nadie controlaba.
_No, nadie controla si es el tipo, pero tenes que traer algo para equilibrar números. Sino te pueden quitar el trabajo. Y ese es uno de los trabajos más interesantes que hay para hacer acá. Imaginate que los otros son comunicarte con astrólogos o tarotistas para supuestamente predecirle el futuro a los bobos de los vivos.
_No puedo creer, que me mataste por que se te olvido la dirección en el colectivo. Y que encima me lo decís con tanta tranquilidad, no entendes que yo tenia una vida, un montón de preguntas que no pude responderme. Si no fuera porque ya estas muerto tendría que matarte, encima no puedo evitar pensar que esto parece un chiste fácil, lo cual me irrita aun más.
_Calmate, a la larga vas a ver que estar muerto no es tan malo. No vas a tener frío, ni hambre, ni sueño y en cuanto a las preguntas que te hacías y no podías contestarlas, quédate tranquilo, que ya sabes las respuestas. Cuando uno esta muerto sabe todo y nada a la vez. Eso aunque parezca contradictorio es cierto porque uno sabe todo, pero no tiene a nadie a quien decírselo porque acá todos saben todo, por consiguiente nadie sabe nada.
_Es verdad, se las respuestas a mis preguntas. No puedo creer que a dios se lo elija en elecciones, halla te decían que era uno solo y todo poderoso. Entonces Dios es igual que yo, solo que político. Y el paraíso es solo una quinta como la de olivos. No puedo creerlo. Y el diablo no es otra cosa que el jefe de policía de los muertos, claro suena lógico, el infierno vendría ha ser un tipo de cárcel.
_Si, igual los demonios son mas educados que los policías.
_ Para, la biblia no figura en mi conocimiento, y Jesús tampoco ¿Por qué?
_Bueno, pensa un poco, si Dios es un muerto, como va a tener un hijo. No te parece raro.
_Si, la verdad que si. Entonces todo eso es mentira.
_Mira son boludeces de los vivos, ellos inventan cosas, son muy imaginativos. Eso se da porque al no tener todas las respuestas, inventan algunas para poder seguir con sus vidas.
_ ¿Hay algo que extrañes de la vida?
_Si, el sexo, fumar, el skabio, ir al cine. Estando muerto sabes todo, podes ir a todos lados, pero es aburrido. Cuando las cosas no pueden ser difrutadas, todos los caminos se parecen, y no conducen a ningún lugar. Porque la nada es el todo.
_Pero, me habías dicho que estar muerto no era tan malo.
_Acá las cosas no son ni buenas ni malas, solo hay que acostumbrarse a ser nada, y a no hacer nada. Salvo que conozcas a alguien en el gobierno de las animas que te de algún que hacer, sino solo hay que deambular. Ya veras que te acostumbraras, aquí no hay mañana pero de alguna forma el tiempo trascurre, y uno se habitúa a estar muerto.
_Adiós, espero que nos volvamos a encontrar en algún momento.
_Chau, suerte.
_ No la necesito, estoy muerto, recuerdas.


Sebastián Riera.

Sorisa

Viernes por la noche, deambulo de un lugar a otro de la casa sin lograr algo que me mantenga ocupado. Decido prender la televisión, y oh sorpresa, la transmisión de programas basura empieza a enfurecerme. Enojado por tal atropello de los canales hacia mi persona, me decido a salir afuera para despejar mi mente. Además caminar me ayudara a que pase el tiempo, así quizás me conquiste el sueño.
Una vez afuera me encuentro con dos amigos, que se dirigían a una fiesta. Después de conversar un rato, ambos me hacen una invitación para que los acompañe. Quizás aquel jolgorio, que muchas veces rechacé, fuera un buen recurso para exterminar el aburrimiento y apatía que me surgía del ser. Por tal motivo no dude y acepte la oferta. Primero fuimos a un bar para que el tiempo pasara y la fiesta entrara en un punto de cocido lo suficiente como para no deprimirse. Allí ingerimos todo tipo de estímulos, de esos que el ser humano necesita para poder desarrollar su vida lo mas lejos posible de la realidad.
Al salir de ese antro en penumbras, emprendimos el viaje hacia la ya tan lejana diversión. Llenos de dudas sobre si seguir adelante o retroceder en nuestros pasos, atravesábamos veredas llenas de cucarachas que salían a respirar agobiadas por el calor de la cañería. Sin embargo seguimos, y en medio de un pleno debate sobre que hacer, nos topamos con la puerta de la ya cada vez mas dudosa fiesta.
Entramos e intentamos adaptarnos al medio, desenvolvernos con naturalidad e interactuar con algunas personas. A mi el aburrimiento no se me había ido, pero intentaba entretenerme viendo a las otras personas, en definitiva todo trascurría con normalidad hasta que de golpe veo a uno de mis amigos hablando con una chica.
Pero no era cualquier mujer, de sus ojos se desprendía un brillo único y cautivador, su forma de hablar, su rostro y todo lo demás me parecía perfecto. Por un segundo sentí que mi mente dejaba de aferrarse a lo concreto, y se disponía a volar en cualquier dirección que ella quisiera, sin que yo pudiera controlarla. Pero que hacer estaba conversando con otra persona, que para pesadilla mía era mi amigo. Mi único deseo era apartarlo y llenarme de ella pero nunca podría hacer tal canallada.
De repente nuestras vistas se cruzaron por un instante que pareció eterno. El tiempo se había detenido y yo estaba sumergido en una nube rosada empalagosa que nublaba mi razón. Ella me dirigió la palabra pero no supe que dijo, porque fue ese sonido lo que me hizo caer de aquel sueño platónico, que me alejaba del mundo.
Sin importarme, ya ningún código interno de la amistad, me dispuse a conquistar a aquella mujer de mirada profunda y de belleza innegable. Pero cuando pensé que el mundo era mío, apareció otra chica por detrás de ella y le hizo señas diciéndole que era hora de marcharse. Yo entre en desesperación no podía dejarla ir, ella era quizás la mujer que había esperado durante todo ese tiempo de soledad y prostitutas. Pero que podía hacer nunca podría detener contra su voluntad a tan bella criatura.
Espera, le dije, no se tu nombre, ni como ubicarte. Ella me miro con afecto y solo dijo recuerda mi sonrisa, al tiempo que se perdía con la otra muchacha en la multitud.
Quede confundido ¿Qué había sido eso? ¿Existiría de verdad o habrá sido un engaño de mi mente? Nunca lo sabré, pero sin embargo para mi ese momento fue el mas hermoso de mi vida, nací y morí en un solo instante.
Pero un instante que todavía da vueltas por mi cabeza, atormentándome con la idea de que pude ser feliz, pero solo por una mísera fracción de tiempo.
Ahora vago por la vida, buscando esa sonrisa, que quizás pueda darme esa felicidad que conocí solo en esa ocasión.Si fue amor, no lo se. Si fue la desesperación por la soledad, no lo se. Si fue el desencanto, no lo se. Si fueron las drogas y el alcohol, no lo se. Solo se que fue y que de aquí en adelante, ya nada será igual.

Esquina

Con mas apuro que otras veces transito por la vereda, hoy mas cargada que nunca, llena de vendedores, gitanas, mendigos, pungas y todo tipo de alimañas. Aquello no me afecta, no disminuyo la velocidad y con un vértigo característico al de un perro en celo. Clavo los frenos en esa esquina que ya nunca seria la misma. Allí parada estaba una mujer de rubio cabello, botas altas y una falda muy corta. Esas mujeres a las que en el barrio algunos llaman Giro o simplemente puta.
Esta dama de poco orgullo, me mira de frente al rostro e intentando seducirme cierra su pecho. Juntando sus bombas mamarias de un tamaño netamente considerable. A lo que la detengo y le pregunto ¿ silicona?, y ella con cara de soberbia contesta ¡ no naturales!
Sorprendido doy un paso atrás como intentando apreciar mejor esas tetas majestuosas que en un curvilíneo danzar parecen estar mas allá de la realidad. Cuanto mágico será su poder que ya olvide lo que tenia que hacer. Hubiese deseado apretarlas, chuparlas o únicamente tantearlas, pero la realidad me golpeaba de nuevo. Ya que en mi billetera de cuero sintético no tenia ni dos míseros pesos.
Porque dios se desquitaba conmigo, si el no podía disfrutar del placer de la lujuria, no era culpa mía, sino de aquellos que lo hicieron casto. Entonces con un grito desesperado me desahogue. Para mi sorpresa toda la calle me había escuchado, y con ese grito a la puta había ahuyentado. Una vez mas maldije mi suerte y seguí con mi camino como si nada hubiera pasado.
Aunque era mentira, día tras día, semana tras semana, mes a mes, cuando atravesaba aquella esquina. Solo pensaba en esa puta que me había llegado al corazón con una cosa tan simple como una teta.
Para calmar mi dolor la busque, la busque y la busque. Cuando la encontré, la decepción me había cubierto, esa increíble mujer de mala fe que me había conquistado. Ya no era ni la sombra de lo que había soñado.
Allí estaba gorda, apoyada contra la pared, mascando un chicle de la forma mas grosera que se te pudiera imaginar. Mis tripas se revolvieron y en un vomito parecido a un baldazo de agua, escupí mi amor, que bailando lentamente chorreaba hacia aquella yoconda que alguna vez fue la culpable de mis desvelos, y de la ira hacia la espada, que caía rendida ante el movimiento de la pasión.
Ya no había mas sueño, todo se había extinguido como el fuego apagado por el agua. Solo quedaría en mis retinas el recuerdo de aquel cuerpo que pudo haber sido mío. Si hubiera tenido en aquella ocasión el dinero requerido para tal placer.

Fin.

Lazarillo Enamorado

Venia caminando, como todos los domingos, por la coqueta calle Sarmiento. Cuando percibí un aroma, dulce, intenso y penetrante. Que me envolvía alterando todas mis hormonas y despertando toda esa bestialidad que los dos años de colegio habían aplacado en mí.
Sentía su aroma y me relamía, al verla, ya casi no podía contenerme. Una correa me presionaba del cuello y no podía abalanzarme sobre aquella. Detrás de ella un montón de energúmenos, sin clase, que se zarandeaban y le bailoteaban alrededor intentando llamar su atención.
Ahí estaba, con una belleza helénica, capaz de desatar una guerra que pudiera durar una eternidad. Sin embargo nada la hacía inmutarse, se sabía bella y eso alimentaba su ego. Para que tengan una real representación de su imagen les diré que su cabello era color ocre con unos matices que generaban una especie de destellos que iluminaban la existencia. Que su caminar era seguro y refinado, sus patas no eran ni cortas ni largas, y unos hermosos flecos de pelaje más largo denotaban que había tenido hacia poco una sesión de peluquería. Su cola era perfecta y se movía suavemente con una leve inclinación hacia la izquierda, dicho movimiento lograba hipnotizarme, haciendo que se me callera la baba como a un San Bernardo.Era la mejor perra que alguna vez hubiera visto, me había seducido sin siquiera emitir un sonido. Y mientras otros perros estaban intentando que ella le prestara un poco de atención. A mí no me quedaba más remedio que resignarme a verla con cara de bobo y con la lengua afuera junto a mí amo ciego, que si tenía una peor desgracia que la mía, ya que no podía contemplar tal belleza.

Mujer Oscura

Reunión con amigos, gran ingesta de comida, algún que otra sustancia etílica, es suficiente para cerrar una buena noche. Pero aquella vez el sueño no fue reparador, sino más bien dejo una sensación extraña.
Después de aquel agasajo en la casa de la playa me acosté a dormir cansado por toda la actividad del día y de la cena. Pero a eso de la mitad de la noche, me desperté en la oscuridad afuera se escuchaba el rechinar del viento del sur patagónico, junto a una soledad tan envolvente que parecía que solo existía yo y el universo, como sustancia o entidad.
Fue en esa oscuridad donde de pronto se dibujo una silueta que fue tomando forma de mujer. Esta persona se confundía con el negro de la penumbra, ya que solo se veía con claridad su pálida piel. Su cabello era largo, lacio y extremadamente oscuro, al igual que su largo vestido que la cubría en su totalidad, excepto por las manos que con un blanco lechoso, reposaban a los costados de su cuerpo. Su rostro igualmente blancuzco permanecía inexpresivo, mientras me miraba con unos fríos ojos de color amarillo. Sus labios eran negros, en una boca pequeña y cuasi perfecta.
Estaba tan sorprendido que por más que quería gritar no podía, intente cerrar los ojos para ver si aquella imagen desaparecía, pero no pude cerrarlos. Note que no parpadeaba, y que no podía mover ninguna parte de mi cuerpo, ni siquiera un dedo. No puedo decir con seguridad si me había invadido el pánico o no, ya que por dentro sentía una gran calma al observar a aquella estática mujer tenebrosa.
Aunque si conocí el terror, cuando esta dama de negro, empezó a acercárseme con esos ojos que ardían en fuego. No caminaba sino que parecía flotar, su vestido arrastraba como una especie de cola, de negra tela, que cortaba el aire a su paso. Yo luchaba por zafarme o huir pero algún tipo de embrujo me retenía. Ese rostro helado me despertaba calor, al mismo tiempo que miedo, me trasmitía seguridad o una extraña sensación de placer. No sé bien que es lo que era.
En un momento, quedaron nuestros rostros enfrentados y aquella demoniaca mujer me beso. Después de aquel beso, ya era de día y yo estaba en mi cama. Todo había sido una pesadilla aunque lo extraño es que no había despertado sobresaltado aquella mañana sino con una gran sensación de pasividad.

Eterna Penumbra

Sol saliente, flatulencia de amanecer
Calles frías, pordioseros helados
Orines que suben por mi mente
Enfermando mi cabeza.

Bruma negra de realidad
Perturba mi alma sin corazón
Sucia y cochina por el daño
Causado a los queridos.

Condenado a la oscuridad
Y al bagaje del olvido
No encuentro un camino
Para salir del dolor.

Penumbra, tibia penumbra
Penumbra, dulce penumbra
Tu oscuridad me da regazo
Y me aísla de mi realidad.

Por más que allá día, nunca habrá luz
La condena es eterna
Solo la muerte me liberara
Pero nunca habrá un perdón
Ya que la aberración no se puede justificar.

Muerte Inmortal



Oscuridad rotunda
Frio cruel de la mortaja
Gritos de dolor que claman
Por amores lejanos y olvidados

Como seguir adelante
Sin aquel fiel acompañante
Como tomar la muerte
Sino como una nueva etapa

Muerte que es renacer al olvido
De otros por mas que estén vivos
Calaveras, diablos y santos
Poco tienen que ver
Con el deseo caprichoso
De aferrarse a una vida terrenal

El final es el principio
Donde una vida se apaga
Otra radiante se enciende
Y aquella que termina
Se inmortaliza en las retinas de la memoria.
Sebastián Riera- diciembre 2008